Pere Estupinyá ¡Claro que no somos sólo química! También somos… somos… ¡Seguro que debe de haber algo más! ¿O no? Si por el motivo que sea esta noche tus niveles de testosterona se encuentran más elevados de lo normal, tu apetito sexual se verá incrementado y estarás más predispuesto(a) a buscar una aventura amorosa. Si no tienes éxito, tranquilo(a), que no te vas a quedar ansioso(a), la testosterona sube y baja rápidamente sin grandes secuelas y al día siguiente todo empezará de cero otra vez. El «Así no me puedo ir a casa» es sólo un mito. Pero si estás de suerte y sí tienes sexo satisfactorio con algún furtivo, entonces notarás el deleite que genera en tu cerebro el subidón de dopamina, la hormona del placer. Cuidado, porque si realmente es bueno te gustará tanto que querrás repetirlo a casi toda costa. ¡Pero que la dopamina no te engañe! En el fondo, a ella le da igual si vuelves con la misma pareja o no; incluso te permite sentirte enamorada de dos personas a la vez de acu
Pere Estupinyà Si te preguntan «¿Has sido infiel a tu pareja?» y mientes, se activa una zona específica de tu corteza cerebral que no presenta actividad en caso de decir la verdad. ¿Es suficiente para construir el detector de mentiras más infalible que haya existido? Eso es lo que intentaba averiguar el estudio de la Universidad de Harvard en el que participé como conejillo de indias. Cambridge es un paraíso para los exploradores científicos. Sede del MIT y la Universidad de Harvard, si en cualquier bar de esta pequeña ciudad separada de Boston por el río Charles te presentan a alguien un miércoles por la noche, tienes bastantes posibilidades de que esté investigando un tema asombroso. Rogier tenía tal pinta de científico que cuando me lo presentaron en el restaurante Cuchi-Cuchi le pregunté directamente por su campo de investigación. «Neurociencia cognitiva —me dijo—; analizar el sustrato más biológico de nuestros pensamientos y conducta». Le pedí un ejemplo y me explicó el siguient